Uno de los mejores amigos del novio va a casar de nuevo a la pareja, ya pasada la ceremonia oficial, en el local donde se celebra el convite. El tono de sus palabras es irónico y solemnemente jocoso.
Si quieres leer más discursos de amigos de los novios acude a la sección Discursos de amigos.
Os dejamos con el discurso:
Buenas tardes y bienvenidos a todos,
En primer lugar, perdonad que interrumpa las interesantes conversaciones que parecéis tener, así como vuestra ansia ilimitada de comida y bebida, pero ha llegado el momento de que la pareja por la que hoy estamos aquí reunidos vuelva a retomar el protagonismo que merece. Aitor, Marian, dejad vuestra copas y acercaos a mí, por favor.
Hace ya muchos años que el azar hizo que vuestros caminos se cruzasen. Yo fui testigo de ello, pues también formaba parte de la cuadrilla de amigos en la que vuestro amor floreció. No pasó mucho tiempo hasta que os disteis el primer beso delante de nosotros, vuestros incondicionales compañeros de juerga, beso que nuestros ebrios ojos recibieron con no poco espanto. Éramos jóvenes y todo signo que connotase compromiso provocaba pavor. No obstante, supisteis sobreponeros a aquellas miradas suspicaces, y enseguida nos convencisteis de que aquello del enamoramiento también encajaba junto con el resto de emociones que por entonces solía embargarnos.
De hecho, y mientras otras parejas nacían y perecían en tiempo récord en torno al grupo, vosotros demostrasteis, tal vez de forma inconsciente, cómo se hacían las cosas en materia de amor. En efecto, siempre fuisteis los más maduros en tal asignatura, y pasasteis a convertiros no solo en objeto de estudio, sino de admiración y ejemplo a seguir.
Hace más de 10 años
Hoy, más de diez años después desde que comenzarais aquella insolente andadura, uno de la mano del otro, estáis a punto de consolidar vuestros sentimientos, cerrando de una vez por todas las bocas de aquellos que apostaban y apuestan por esa especie de dioses contemporáneos que son el amor libre, el poliamor y demás formatos sentimentales que se empeñan en engrosar el número de miembros que conforman una relación.
Por el poder que el azar y vosotros mismos me habéis otorgado, solo dios sabe por qué precisamente a mí, procedo a formular esa pregunta tantas veces escuchada en películas:
Marian, ¿aceptas a este apuesto y valiente hombrecomo esposo, y prometes perdonarle alguna que otra una borrachera que tenga a bien pegarse junto con sus fieles amigos?
Aitor, ¿aceptas a esta maravillosa mujer sin igual como esposa, y prometes abandonarla muy de vez en cuando para reunirte con tus desesperados y solteros amigos cuando estos lo requieran?
Dicho esto, tengo el orgullo de declararos marido y mujer. Podéis besaros tanto tiempo como deseéis.